Programas de humor. Suelen estar ligados al humor político, con la colaboración de actores radiofónicos que interpretan a personajes basados en personas reales relevantes de la información política o cultural de un país, aprovechando y exagerando las peculiaridades de dichas personas. Es habitual que adopten las líneas generales de programas de entrevistas ficticias, debates ficticios o talk shows, e incluso la realización de reportajes a cargo del personaje elegido para tratar la actualidad. También recurren al chiste, la broma, la burla, la ocurrencia, el chascarrillo y la chirigota. Requieren una gran dosis de ingenio y sutileza, un ritmo ligero y sin vacíos.
Concursos. Se utilizan para dar agilidad al ritmo del programa e invitar a la participación del oyente a través de la línea telefónica, el correo escrito (ya casi en desuso), el correo electrónico o los blogs. El locutor invita al oyente a colaborar en un concurso donde, si acierta algunas preguntas, obtendrá un beneficio o premio. Adivinanzas, trabalenguas, identificación de voces grabadas, reconocimiento de temas musicales o alguno de sus aspectos, interpretación de una canción, etc., forman parte habitual de los concursos. Tienen más presencia en épocas vacacionales, cuando el equipo de redacción y producción ha menguado. El género ha perdido popularidad con el transcurso de los años, aunque fue un formato muy popular en otras épocas.
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